En el hotel Palacio del Mar en Santander tienen un montón de animales disecados, incluida una cabeza de elefante. Hace años de esto, no sé si seguirá igual.
Una señora pone un anuncio en un periódico: busco un hombre que nunca me levante la mano, no me abandone y me satisfaga sexualmente. Días después suena el timbre y al abrir, sobre el felpudo un hombre sin brazos ni piernas la dice, vengo por el anuncio.
Esta le dice ¿como se que es la persona idónea? Y este le dice nunca podre pegarte ni alejarme de ti. Y en cuanto al tercer requisito, he llamado al timbre ¿no?
Se cuenta que el último rey de Portugal, don Manuel II, habiendo preguntado a su ayuda de cámara el nombre de un embajador hispanoamericano cuyas cartas credenciales debía recibir aquel día, se encontró con la resistencia del palaciego a decírselo: Majestad no sé si debo… . Pero la orden del monarca venció del púdico temor, y con un desmayo de voz, le dio el nombre: Se llama Raúl Porras y Porras. No es difícil imaginar el porqué de aquel melindre. Y se cuenta que el rey, a quien la dignidad de la corona obligaba a permanecer impasible en los trances graves, se limitó a comentar: Lo que molesta es la insistencia.