#4 Y yo agradezco el comentario, sobre todo porque me pierdo un poco con lo que vale y lo que no.
No es enviar una noticia un número de veces, simplemente es que sigo Nueva Revolución y me pareció una noticia interesante. No leo Diario16 ni vi la noticia cerrada y con términos comunes. Pues revisar mi historial y verás que no me interesan mucho las portadas, si no meter contenido que considero interesante, aún viendo que es imposible llegar a portada con eso.
No hay prácticamente ningún servicio de combate en el ejército israelí que no implique a soldados que llevan a cabo misiones despreciables como la que se describe a continuación.
Las fuerzas de seguridad israelíes tienen un niño en custodia durante una protesta en Kafr Qaddum, diciembre de 2016. Nedal Eshtayah / Agencia Anadolu
Se reunieron en la estrecha calle, en una noche fría y oscura. Estaban tensos. El aullido de un chacal distante rompió el silencio. Para algunos era su primera misión operativa. Siempre la habían soñado y habían estado en el entrenamiento por un largo tiempo. La adrenalina estaba fluyendo, de manera que les gustó. Esto es para lo que se alistaron.
Antes de partir enviaron un mensaje a sus padres para decirles que no se preocupasen. Cuando irrumpiera el amanecer y regresasen a salvo a su base les mandarían otro texto. Sus madres no les preguntarán lo que hicieron y ellos no lo van a contar. Así es siempre. Sus padres están orgullosos de ellos: son los soldados de combate.
A medida que se formaban antes de salir sus comandantes comprobaron sus equipos y municiones y les dieron sus órdenes finales. El oficial de inteligencia les dijo de los dos hombres buscados, que debían encontrar a cualquier precio. Entonces la fuerza salió a la noche. Treinta soldados. Se fueron a la colina a pie.
Llegaron a su destino en algún momento después de la medianoche. El pueblo estaba sumido en el sueño, las luces de seguridad de color naranja del asentamiento guiñaban en la distancia. Y se dio la orden: ¡Ataque!
Saltaron a la puerta trasera de la casa y la sacudieron hasta que casi la arrancaron de sus goznes. Una tenue luz emanaba de la segunda planta y un hombre bajó en pijama, aún medio dormido, para abrir la puerta de metal. Ninguno de ellos se preguntó qué estaba haciendo allí. Quizás pasará cuando crezcan un poco más.
Los cuatro primeros entraron con sus ametralladoras en la mano, listas. Máscaras negras cubrían los rostros. Sólo sus… » ver todo el comentario
La crisis por la que atraviesa el sector eléctrico en la Franja de Gaza, cada vez más deteriorado, revela el fracaso miserable de los responsables de administrar dicho sector; el Centro Palestino para los Derechos Humanos (CPDH) exhorta al gobierno de unidad nacional a asumir la plena responsabilidad de la administración del sector eléctrico.
La crisis eléctrica se agrava cada día, con el sufrimiento que eso conlleva para los civiles, como consecuencia de la enorme escasez energética; sin esperanza alguna de mejora en unos servicios que son fundamentales para la vida de la población de Gaza. Además, las dos partes palestinas inmersas en el enfrentamiento político intercambiaron acusaciones en los medios de comunicación y se responsabilizaron mutuamente del deterioro del suministro energético en Gaza, haciendo caso omiso del sufrimiento de los dos millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza y sin tener en cuenta que han muerto 130 personas por haber buscado una fuente alternativa, deficiente, a la electricidad.
Según el seguimiento efectuado por el Centro Palestino para los Derechos Humanos, la población de la Franja de Gaza recibe tan sólo cuatro horas diarias de electricidad, aunque los vecinos de muchas de las barriadas y zonas se quejan de disponer tan sólo de esas cuatro horas cada dos días. El 7 de enero de 2017, la Corporación para la Distribución de la Electricidad en Gaza (CDEG) declaró que la escasez de energía se había agravado porque el segundo generador de la central eléctrica se había estropeado. Según el comunicado de prensa de CDEG, la escasez alcanzaba los 438 megavatios (73%); la Franja de Gaza necesita 600, por lo que sólo disponen de 147 megavatios (el 27%). La CDEG subrayó que su papel se limita a recibir y distribuir los megavatios disponibles. Además, no hay calendario para el proceso de distribución, señalando que la responsabilidad de proporcionar los megavatios es incumbencia del gobierno.
La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Iraq (UNAMI, por sus siglas en inglés) afirmó ayer [3 de enero de 2017] que casi 7.000 civiles iraquíes han muerto a lo largo de 2016 a consecuencia de la violencia y agitación continuas en este país devastado por la guerra.
La UNAMI reveló que sus datos mostraban que al menos 6.878 civiles habían muerto el año pasado e hizo hincapié en que sus cifras “se debían considerar el mínimo absoluto” ya que no pudieron obtener cifras fiables de muertes de civiles en las zonas en conflicto del país.
Desde el 17 de octubre de 2016 las Fuerzas de Seguridad Iraquíes (FSI), aliadas con los pashmerga kurdos y los yihadistas chiíes han participado en la ofensiva respaldada por Estados Unidos para expulsar al Daesh de la ciudad de Mosul en el norte del país.
Además de la ofensiva de Mosul las FSI han emprendido operaciones militares contra el Daesh desde 2014 y luchado en más de una tercera parte de las 18 provincias de Iraq, incluido el extenso desierto de Anbar situado al oeste, la mayor provincia de Iraq dominada por árabes sunníes.
Debido a la persistente inestabilidad e inseguridad incluso después de que el Daesh fuera expulsado de los principales pueblos y ciudades de Anbar, la UNAMI también afirmó que sus datos de víctimas civiles tampoco incluían ningún dato de cuatro meses de 2016, diciembre incluido.
Civiles muertos por los dos bandos en el conflicto
A menudo los civiles iraquíes han sido los más castigados por los combates entre las fuerzas gubernamentales apoyadas por Estados Unidos e Irán, y los grupos militantes, particularmente el Daesh.
El Daesh ha reivindicado una oleada de atentados en la capital, Bagdad, que ha costado decenas de vidas solo en la última semana.
El pasado mes de julio el Daesh también llevó a cabo atentados en zonas de mercado muy frecuentas del distrito central de Karrada de la ciudad de Bagdad cuando sus habitantes hacían las compras para celebrar la festividad del final del mes… » ver todo el comentario
#3 Lo mismo cabe decir de Hezbolá en Líbano. Apareció tras la invasión israelí de Líbano en 1982, pero no fue quien inició la resistencia a dicha invasión. En realidad, fueron el Partido Comunista y fuerzas nacionalistas de izquierda quienes lo hicieron, amparados en una tradición de lucha contra las sucesivas invasiones israelíes del sur de Líbano. Hezbolá se construyó a expensas de estas fuerzas, en particular del Partido Comunista. Este tenía gran influencia en las regiones de mayoría chií y por tanto era considerado un importante competidor de Hezbolá, que era una secta chií. Hezbolá fue tan lejos que asesinó a destacadas figuras chiíes del Partido Comunista. Pese a convertirse en la fuerza dominante en una lucha justa –la lucha contra la ocupación israelí–, no es en modo alguno una fuerza progresista. Ha llegado a ser lo que es reprimiendo y descabezando a fuerzas progresistas que libraban la misma lucha. No obstante, era correcto apoyar la resistencia libanesa, pese a que pasó a estar completamente dominada por Hezbolá. Esto no es lo mismo que apoyar a Hezbolá en general, incondicional y acríticamente.
La política interior de Hezbolá en Líbano, tanto en el terreno económico como en el social o cultural, no es en modo alguno progresista. El Partido de Dios (es lo que significa Hezbolá en árabe) se acomodó muy bien en la reconstrucción liberal de Líbano. Tampoco debemos olvidar que depende estrechamente del régimen iraní, que es todo menos progresista. Ahora bien, si EE UU o Israel lanzaran un ataque contra Irán, nosotros no dudaríamos en apoyar a este país. Esto no significa que no consideremos que el régimen iraní es reaccionario, represivo, capitalista, y por tanto un enemigo de la causa social por la que luchamos. Es muy importante entender esto, porque en los últimos años Irán y Hezbolá han acudido en ayuda del régimen contrarrevolucionario de Siria. Le han prestado tropas de choque decisivas que se han sumado a la masacre contra el movimiento popular… » ver todo el comentario
#2 A raíz de la radicalización y la creciente influencia del nasserismo, la Hermandad quedó completamente marginada en Egipto. Había sido objeto de una feroz represión, sin duda, pero la represión por sí sola no consigue nunca marginar a un movimiento que mantiene un fuerte atractivo ante las masas. El caso es que los hermanos perdieron su atractivo. No tenían soluciones que ofrecer a los problemas sociales reales de las masas, mientras que los nacionalistas sí abordaban estas cuestiones, al menos en parte. En este periodo, la mayoría de las personas en Egipto y en toda la región ya solo vieron a los hermanos musulmanes como agentes de los saudíes y de la CIA.
La situación comenzó a cambiar a finales de la década de 1960, con la crisis del nacionalismo laico. El momento clave fue la victoria de Israel en 1967 sobre el Egipto nasserista y la Siria baasista. Al igual que en Egipto, esta última había experimentado una radicalización nacionalista de izquierda, encabezada por un grupo que Asad –el padre del actual carnicero de Siria– derrocaría podo después. Con la derrota de 1967, seguida en 1970 del aplastamiento de las guerrillas palestinas en Jordania, la muerte de Nasser y el derrocamiento del ala izquierda del partido Baas, el nacionalismo radical árabe sufrió un fuerte revés que abrió las puertas al retorno de la Hermandad Musulmana.
El sucesor de Nasser, Anuar el Sadat, emprendió un rumbo de desnasserización en Egipto, revirtiendo todas las políticas progresistas del periodo anterior, tanto en el ámbito agrícola o industrial como en el terreno antiimperialista o antisionista. Al embarcarse en este proyecto regresivo, soltó de la cárcel a los hermanos musulmanes y permitió que volvieran los que se encontraban en el exilio. Lo hizo porque los necesitaba como aliados en su proyecto reaccionario en Egipto. Los hermanos cumplieron su tarea de buena gana, convirtiéndose en la fuerza de choque de la ofensiva ideológica de Sadat en su ataque contra la izquierda. Sadat… » ver todo el comentario
#1 -¿Qué relación guarda el fundamentalismo islámico con el imperialismo? ¿Se opone al mismo o está confabulado con él?
Ambas cosas, diría yo, y esto no es contradictorio. La tropa del fundamentalismo islámico está formada por personas que reaccionan ante las consecuencias del capitalismo, de la dominación imperialista y de las guerras imperialistas. Pero responden a estas de un modo reaccionario. Frente al capitalismo y al imperialismo podrían optar por emprender una lucha progresista, encaminada a sustituir el capitalismo salvaje por una sociedad igualitaria socialmente justa, o bien creer que la solución pasa por reinstaurar una forma de gobierno que resulta completamente anacrónica en los tiempos que corren, abrazando por tanto una perspectiva muy reaccionaria.
Y puesto que es una respuesta reaccionaria a los problemas que hemos mencionado, ha acabado siendo utilizada históricamente por toda clase de fuerzas reaccionarias, incluido el propio imperialismo. Desde que se fundó su movimiento, los hermanos musulmanes han establecido un vínculo estrecho con el Estado que era y sigue siendo de lejos el más reaccionario, antidemocrático y misógino que hay en el mundo, el reino de Arabia Saudí. Este vínculo lo establecieron en virtud de la afinidad entre su propia perspectiva y lo que suele denominarse el wahabismo, que es la ideología de la fuerza tribal que fundó el reino saudí.
Los hermanos musulmanes colaboraron estrechamente con el reino saudí desde su creación hasta 1990, cuando Irak invadió Kuwait y provocó la primera guerra de EE UU contra Irak. Hasta entonces, la Hermandad Musulmana fue un gran aliado del reino saudí y del propio EE UU, el patrón de los saudíes. Ambos la utilizaron en la lucha contra el nacionalismo de izquierda, en particular contra Gamal Abdel Nasser en Egipto (1952-1970), pero también contra el movimiento comunista y la influencia de la Unión Soviética en países de mayoría musulmana. Esta alianza impura de EE UU, Arabia Saudí y los… » ver todo el comentario
Gilbert Achcar es profesor de Estudios sobre el Desarrollo y Relaciones Internacionales en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (School of Oriental and African Studies, SOAS) de la Universidad de Londres. Es autor de numerosos libros. Ashley Smith le ha entrevistado sobre una de las cuestiones candentes planteadas por la primavera árabe: el enfoque de la izquierda con respecto al fundamentalismo islámico.
-Uno de los fenómenos más importantes que se han producido en Oriente Medio en las últimas tres décadas es el ascenso de lo que los comentaristas suelen denominar indistintamente islam político, islamismo y fundamentalismo islámico. ¿Por qué piensas que es mejor referirse a esta corriente política con el nombre de fundamentalismo islámico, y cuáles son sus características?
-El término que uno emplea para denominar un fenómeno tiene que ver, por supuesto, con la evaluación y el juicio político que hace del mismo, y cada término tiene implicaciones diferentes. Veamos uno de los términos que acabas de mencionar: el islam político. ¿Por qué nadie emplea esta designación para instituciones y corrientes políticamente activas en el seno del cristianismo, el judaísmo o el hinduismo y no habla, por ejemplo, de “cristianismo político”? Hablar de “islam político” plantea el problema de definir qué es el islam “no político”; en otras palabras, ¿cuándo comienza el islam a ser “político” y cuándo deja de serlo? ¿Por qué calificar a los hermanos musulmanes de Egipto de “islam político” y no, digamos, al gran imán de Al Azhar, que ocupa un alto cargo político? Si reflexionamos seriamente, veremos que esta etiqueta no tiene mucho sentido.
Otro término que se emplea a menudo, y que puede parecer más preciso, es el de “islamismo”. Se aplica a movimientos políticos que consideran que el islam es su ideología y su programa fundamental, de ahí el “ismo”. Quienes empezaron a utilizar este término –fue en Francia en la década de 1980– pretendían evitar el concepto de… » ver todo el comentario
Al discutir sobre una intervención hipotética, a menudo se toma la movilización antibelicista contra la invasión estadounidense de Iraq como caso paradigmático. Una simple comparación revela que la situación en Siria no es comparable con la de Iraq en 2003. Además de los aliados regionales e internacionales del régimen y de la implicación turca, “Es una fábula”, dijo recientemente Yassin al-Haj, “decir que los países occidentales no han intervenido en Siria. La realidad es que intervinieron de una forma muy específica que impidió que Asad cayera pero garantizó que el país quedara destruido. EEUU presionó a Turquía y a otros países desde los primeros momentos para impedirles que pudieran proporcionar una ayuda decisiva a la oposición siria”.
En 2003, EEUU estaba preparando sus tropas, basándose en falsas afirmaciones inventadas, para invadir un país soberano gobernado por un tirano. El movimiento antibelicista mundial se opuso a la inminente destrucción de Iraq sin colocarse necesariamente del lado del régimen iraquí. En Siria, por otro lado, surgió en 2011 un movimiento de base por la emancipación contra el brutal régimen autoritario poscolonial en la estela de los levantamientos árabes. La revolución siria cambia el lugar de la práctica política de un movimiento de oposición en Occidente a un movimiento emancipador en la propia Siria, volviendo a abrir en el proceso la cuestión de la solidaridad internacionalista. La reestructuración por la Izquierda de la revolución siria, a pesar de sus implicaciones en agendas políticas conflictivas, definidas por la potencial intervención de Occidente, es un movimiento que vuelve a inscribir la política en monopolio de los centros imperiales. Imagina la política sólo en relación al Imperio (y practicada por el Imperio), anulando en el proceso los esfuerzos del pueblo sirio para hacer su propia historia, restableciendo a Occidente como sujeto y agente principal de la Historia.
“Los muertos, los torturados, los ejecutados…; no, ni las rehabilitaciones póstumas, ni los funerales nacionales, ni los discursos oficiales pueden derrotarles. Ellos no son la clase de fantasmas de los que uno pueda librarse con una frase mecánica.”
Los fantasmas de Césaire
El 24 de marzo de 1956, Aimé Césaire escribió esas palabras en los párrafos iniciales de su carta de renuncia a Maurice Thorez, secretario general del Partido Comunista Francés. Césaire arremete contra el Partido por su renuencia a condenar a Stalin, a desestalinizar sus propias prácticas y por endosar las políticas del gobierno francés en su colonia argelina. “En cualquier caso”, escribe, “está claro que nuestra lucha –la lucha de los pueblos colonizados contra el colonialismo, la lucha de los pueblos de color contra el racismo- es más compleja, o mejor aún, de una naturaleza completamente diferente de la lucha del trabajador francés contra el capitalismo francés, y no puede en forma alguna considerarse como una parte o un fragmento de esa lucha”. Césaire diagnosticaba su presente como caracterizado por un doble fracaso: primero, el fracaso evidente del capitalismo, y segundo, “el terrible fracaso de lo que durante mucho tiempo tomamos por socialismo cuando no era sino estalinismo”.
La carta de Césaire plantea cuestiones fundamentales para la Izquierda que, en estos momentos, continúan siendo importantes. Hay una larga historia en la tradición izquierdista de justificar las atrocidades perpetradas por el propio campo en nombre del necesario precio a pagar por X –sustituyan esa X con progreso, con preservar la revolución, con la lucha antiimperialista, etc.- o, al menos, de hacer la vista gorda ante las mismas. Césaire llama también la atención sobre otra relación política y teórica llena de tensión que vinculó a los izquierdistas metropolitanos con los militantes anticoloniales en las periferias. La carta de Césaire declara un doble fracaso y aboga por un doble divorcio, tanto de la… » ver todo el comentario