Hoy en día nadie se avergüenza al decir que ha conocido a su pareja por estas aplicaciones, pero la irrupción de las mismas ha supuesto un cambio en el proceso de ligar. Los modos y la formas de gestionar los vínculos afectivos que generan tienen características peculiares que pueden interaccionar positiva o negativamente con los tipos de apego de los usuarios.

En marzo de este año, y en lo que era una clara estrategia publicitaria, Tinder publicó un diccionario para no perderte ligando. Lo anunciaba como un modo de que los mileniales se aclarasen con el modo de hablar de los Z, una elegante forma de llamarlos viejunos, o de actualizarlos. Según los datos internos de la compañía, al 62% de sus usuarios de entre 18 y 25 años les daba la sensación de que hablaban en un idioma distinto al de los usuarios más mayores.

Ha nacido un nuevo tipo de nostalgia hacia el internet de los dos mil, un lugar más libre y feliz que el actual. Es habitual encontrar cada vez con más frecuencia lamentos sobre aquella época de foros y chats como el IRC, un paraíso perdido en la que se hicieron amistades,amores o en el que se podía encontrar trabajo. El internet de desinteresados que ripeaban películas, compartían discos o subtítulos “hace 20 años hablábamos de cómo compartir cultura y ahora se habla de cómo conseguir dinero” dice el profesor Ricardo Galli, fundador de menéame

La app de Tinder totalmente desgranada categoría por categoría (proporción de mujeres vs proporción de hombres, proporción de likes de cada sexo, edad, nivel de ingresos, orientación sexual, personalidad, etc.)