Avances en las conexiones como el Internet de las Cosas o el 5G favorecen un incremento del volumen de datos que generamos los usuarios. Este crecimiento plantea un reto, porque los servidores donde se almacena esta información ocupan un espacio físico considerable y, a más volumen de datos, más espacio hace falta. La imaginación ayuda a hacer frente a la necesidad y, ante la escasez de huecos, se habilitan centros de datos en los lugares más insospechados.