Sabemos que las consolas desatan pasiones, y que hay quien ve una PlayStation 4 y ya le dan ciertos picorcillos y se le ponen las orejitas rojas, pero esto ya es pasarse. Está muy bien que desees con cada fibra de tu ser la consola de sobremesa de Sony, pero no hagas como este señor que decidió que, ya que la consola no podía darle el amor que necesitaba, se lo daría a sí mismo. Cada cual en su casa hace su vida como quiere, pero aquí la mayor parte del problema es que decidió hacerlo en medio de la tienda donde se encontraba.