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Los supermercados españoles tienen una nueva herramienta para perseguir robos: la inteligencia artificial

a principios de año desembarcaba en España Veesion, una startup francesa fundada en 2018 que ha logrado captar la atención del sector y los inversores gracias a su receta para atajar los hurtos en tiendas: una herramienta basada en inteligencia artificial (IA) y deep learning que le permite identificar a los cacos, cazarlos en plena faena y garantizar así que el personal de seguridad de los negocios puedan detenerlos con pruebas y recuperar lo robado. Su clave, la capacidad para interpretar movimientos.
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Así es la inteligencia artificial que Cataluña ha instalado en sus supermercados para detectar robos

La seguridad en las tiendas cambiará para siempre: la startup Veesion ha creado una inteligencia artificial para descubrir robos en tiempo real. Este sistema cuenta con un algoritmo que avisa si alguien hurta productos, ya que analiza los patrones de comportamiento humano y está entrenado para reconocer los gestos que indican un posible robo en la tienda.
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"Hemos llegado a parar robos de más de 1.000 euros": Veesion, la IA que pilla 'in fraganti' a los ladrones a través de sus gestos

Hay una tecnología para detectar robos en supermercados y otros establecimientos que venden productos de pequeño tamaño, como cosmética, farmacia y joyería. Se trata de Veesion, una startup puntera que usa la inteligencia artificial para descubrir hurtos en tiempo real. ¿En qué repara su algoritmo de aprendizaje automático? En los gestos del ladrón. Al frente de su proyecto en España está Pablo Blanco. La idea se fraguó en 2018 y precisó entre 2 y 3 años de desarrollo para comenzar su andadura, que hoy ya abarca más de 1.500 tiendas en Europa.
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El auge de la energía solar tropieza con una ola de robos de paneles

Se necesitaron dos semanas antes de que Matthias Kynast descubriera que los ladrones habían entrado en el parque solar que dirige cerca del oeste de la ciudad alemana de Arnsberg, cuando unos excursionistas informaron que una valla había sido cortada. Los delincuentes se hicieron con unos 250 paneles, cada uno de dos por un metro y unos 30 kilogramos. Aunque fueron sólo una fracción de los 10.500 instalados en la zona rural, la factura igual ascendía a unos 50.000 euros, incluyendo los costos de instalación.

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