Desde el año que viene tampoco hará falta el PIN para pagar. Esta contraseña de control será sustituida por los sistemas de biometría que ya llevan implantados algunas tarjetas y que funcionan basándose en la combinación de un chip electrónico y la huella dactilar del propietario. Así se podrá llevar a cabo los pagos únicamente con la huella dactilar, con la que el propietario de la tarjeta verificará la identidad y a la vez confirmará el pago.