En el año 1994 el que os escribe estas líneas tenía muchas aficiones, como cualquier otro crío. Me gustaban los cromos, montar en bici, los videojuegos... y también cualquier tema relacionado con lo sobrenatural. Es por ello que para mí fue una alegría cuando di con el juego que hoy nos ocupa. Un juego que mezclaba mi género favorito con los sucesos aparentemente inexplicables que tanto me gustaban. Hablamos del grandísimo Gabriel Knight: Sins of the Fathers.