Según Mazda, con ello se aumenta el par motor en un 30% y las prestaciones mejoran en un 45% respecto a un motor de gasolina de 2008 con la misma cilindrada. De todos modos, mientras esta tecnología quizá pueda retrasar la implantación de los vehículos eléctricos en la marca, esta tecnología no difiere en su fundamento respecto a un motor convencional de combustión interna, por lo que no supone una alternativa real a la movilidad eléctrica.
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