Las huellas dactilares no son los únicos rasgos biométricos que nos distinguen. La forma de andar de cada persona es única y puede servir no solo para identificarla, sino también como un indicador de su estado de ánimo y su salud. Un equipo de investigadores ha desarrollado sensores remotos que analizan los pasos midiendo las pequeñas vibraciones del suelo, y los ha empleado para reconocer a individuos concretos que caminaban por un edificio y para ensayar un nuevo método de control del bienestar a distancia.
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