En los últimos años del siglo XX, nuestro laboratorio de la Universidad de Rochester estudiaba la idea, un tanto heterodoxa, de que el cerebro adulto podía generar nuevas neuronas o interconexiones en respuesta a nuevas experiencias; un proceso biológico denominado neuroplasticidad. Como parte de esta investigación, uno de nosotros (Green), quien por aquel entonces era un estudiante de carrera de 18 años de edad, escribió el programa informático de un test psicológico por ordenador. Su objetivo era evaluar la capacidad para buscar una forma...