Probablemente te haya pasado más de una vez: no sos para nada maniático pero odiás tanto que se te enreden los cables de los auriculares que le prestás gran atención a la manera de enrollar el cable de los auriculares para que no se enreden. Usás distintas técnicas aprendidas en Internet, te convertís a una religión y orás a un nuevo Dios, pero nada, luego de guardarlos probablemente tengas al menos un nudo que desenredar para volverlos a usar.