Estos cascos funcionan con la misma tecnología que las bolsas de aire en los automóviles y, de acuerdo a investigadores de la Universidad de Stanford, pueden ser hasta cinco veces más seguros que los de espuma, aunque algunos expertos señalan el riesgo de que no se abran apropiadamente. Estos cascos están disponibles al público ya en ciertas partes de Europa, pero en algunos lugares pueden necesitar cambios regulatorios para su comercialización.