Pronto comenzó la miniaturización del reloj, plasmada en relojes de mesa, solo al alcance de personas muy ricas, para lo que fue necesario sustituir el sistema de pesos y contar con mejores materiales —fundamentalmente acero— que hicieran a los pequeños engranajes más regulares y duraderos. El primer problema se resolvió, en el siglo XV, con una idea magnífica: utilizar un muelle. Esta mejora planteaba, sin embargo, una dificultad añadida: el muelle, al desenrollarse, va desarrollando una fuerza cada vez menor, [...]