Hace diez años, WIRED publicó una noticia sobre cómo dos aplicaciones de cifrado poco conocidas y algo destartaladas llamadas RedPhone y TextSecure se fusionaban para formar algo llamado Signal. Desde aquel julio de 2014, Signal ha pasado de ser una curiosidad cypherpunk (creada por un programador anarquista, gestionada por un equipo improvisado que trabaja en una habitación de San Francisco, difundida de boca en boca por hackers que compiten por puntos de paranoia) a convertirse en todo un fenómeno de las comunicaciones cifradas.
|
etiquetas: meredith whittaker , signal , capitalismo , vigilancia masiva