Resulta que Tinney no tenía especialmente muchos conocimientos de informática, y es por eso que sus ilustraciones suelen ser visiones metafóricas de lo que le transmitían los editores de la revista. Le contaban de qué iba la cosa y todo lo que hacía era plantear una idea y dibujar un boceto que enviaba por fax para que en la revista verificaran que la idea no era demasiado descabellada; al recibir el OK ya trabajaba la ilustración usando las técnica definitiva, normalmente témperas.
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