Las instituciones educativas comenzaron a elegir las herramientas que necesitaban de forma unilateral. Cada profesor, escuela o universidad escogía sobre la marcha un programa o plataforma diferente basándose únicamente en la practicidad y popularidad del software. Alumnos y padres no tenían ni voz ni voto, era una actitud de «o lo tomas o lo dejas». ¿Por qué se condenaba a cientos de alumnos a padecer la injusticia de ese software? ¿Por qué motivo tendrían que ser los datos propiedad de una compañía. Es la voz y la imagen de nuestros hijos.
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