Desde al menos 2014 grupos considerados terroristas han demostrado disponer de la capacidad de usar drones voladores para fines de vigilancia, control, espionaje y propaganda, pero desde finales del pasado año también los emplean en tareas ofensivas: ya se han registrado numerosos ataques y no pocas bajas. Daesh dispone incluso de talleres y factorías para ensamblar y adaptar sus propios modelos, y ha desarrollado municiones específicas para usarlas en ellos.
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