Hay una nueva forma de comer dióxido de carbono. Los investigadores han construido una versión artificial de un cloroplasto, las estructuras fotosintéticas dentro de las células vegetales. Utiliza la luz solar y una vía química diseñada en laboratorio para convertir el CO 2 en azúcar. La fotosíntesis artificial podría usarse para conducir pequeñas fábricas de energía solar que no son vivas para producir drogas terapéuticas.
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