Hay que decir que ambos casos son muy similares: una pareja separada, una de las partes que no acepta la ruptura (en el caso canario él, en el caso catalán ella) y el asesinato premeditado de niñas pequeñas para hacer daño a la pareja, a modo de venganza por esa ruptura. La diferencia es el sexo de la persona que cometió el asesinato, y esa diferencia es la que parecen tener en cuenta algunos políticos para establecer que hay una víctima de primera y una víctima de segunda.