La realidad superó a la ficción. Los silentes pasos de los portadores rechinaron en el interior de la Catedral. Málaga aceleró sus pulsaciones, ya la sentían muy cerca. Todas las miradas se dirigieron a un mismo punto. Ella, cetro en mano, miraba a su Hijo, mientras ambos sentían poco a poco la brisa de las 6:35 de la madrugada. La ciudad quebró y pidió Clemencia. Málaga fue de Santa María de la Victoria, y la Patrona desató las emociones que quedaron guardadas en un cajón desde hace 554 días.