Quién iba a decir que Mario Draghi era un cachondo. Con esos trajes y esa mirada de zorro astuto. En la noche del martes, contó un chiste en la cena de la Asociación de Corresponsales Extranjeros. Un hombre necesita un trasplante de corazón y los médicos le dan a elegir entre el corazón de un joven de 25 años con buena salud y el de un alto cargo de un banco central de 86 años. El paciente no duda y escoge el segundo. ¿Por qué? Porque en realidad el banquero nunca ha usado su corazón. Está nuevo y para estrenar. Ja, ja, ja.
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