Hace décadas China puso en marcha una estrategia conocida como “tecnonacionalismo”: el Estado planifica la inversión en investigación y desarrollo junto con sus grandes empresas tecnológicas para depender menos del extranjero. Ese vínculo entre los sectores público y privado, unido a un plan para influir en los mercados internacionales, ha permitido un gran crecimiento tecnológico en el país. Ahora el liderazgo del gigante asiático en tecnologías como el 5G sorprende e inquieta a sus competidores.
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