La ortodoxia legislativa señala que las leyes deben ser pocas, claras, justas y sencillas. Y en el caso de Hacienda, este mantra debería contemplar un nivel de exigencia aún mayor, ya que su actividad consiste básicamente en extraer de manera coactiva la riqueza de los ciudadanos. Pues bien, poco a poco y a lo largo de los años, Hacienda ha ido convirtiéndose en un instrumento cada vez más grande y todopoderoso, que lejos de ir reduciendo el número de normas, para que sean más claras, justas y sencillas, ha construido un colosal galimatías.