El resumen de lo de ocurrido hasta ahora: "El daño es tremendo", según coinciden cargos del PP, desde diputados en el Congreso a dirigentes autonómicos, aún perplejos de que el partido se haya hecho el harakiri en menos de 24 horas. Génova canceló las agendas públicas de sus principales espadas, y solo José Luis Martínez-Almeida asumió la responsabilidad de dar las explicaciones pertinentes sobre los testimonios que advertían de que cargos municipales en contacto directo con Génova habían iniciado una investigación secreta contra Ayuso.

Una forma de funcionar, transmitida de generación en generación –de Franco a Fraga, de Aznar a Casado–, que ha hecho posible el indiscutible logro de compatibilizar corrupción sistemática con imagen de estabilidad. La apuesta de la derecha española por la estrella del pop Díaz Ayuso ha acabado con esto.

La existencia del dosier, a cuyo contenido parcial ha tenido acceso en exclusiva Agencia 6, apuntaría al polémico expediente académico de Casado, y aportaría las pruebas definitivas de la existencia de un fraude en su formación lo suficientemente graves como para arrastrarlo ante los tribunales haciéndole correr un destino similar al de Cristina Cifuentes .

La sucesión de acontecimientos de las últimas horas ha provocado la indignación de muchos ciudadanos, hartos de los palos en las ruedas que Génova está poniendo a Isabel Díaz Ayuso desde hace tiempo. Por ese motivo, se ha convocado una manifestación para este próximo domingo, 20 de febrero, a las 12 de la mañana, frente a la sede del PP para exigir la dimisión de Pablo Casado y Teodoro García Egea y para apoyar a la presidenta madrileña.

Todo un tiro en el propio pie. Eso es lo que ha conseguido el «masterizado» Pablo Casado con el adelanto sin necesidad de las elecciones en Castilla y León. Sin necesidad porque su partido llevaba 35 años gobernando en esa Comunidad. Sin necesidad porque en esta Legislatura lo hacía compartiendo Gobierno con un partido que hace tiempo huele a muerto y al que no le quedaba más remedio que aceptar todo lo que su socio reclamase para conseguir llegar a fin de Legislatura. «Virgencita, virgencita, que me quede como estoy» era lo que tenían asumido