Qué bonito sería que un día, aunque fuera por una sola vez, los equipos de los partidos políticos aceptaran en público que a veces las encuestas les destrozan la vida, les roban las ilusiones, les hunden en un pozo negro. Que les van mal. Lo llamativo sería que lo dijeran abiertamente, no por lo ‘bajini’, como suelen. Que ante una llamada respondieran: “Esto es un desastre, el candidato es pésimo, estamos todos buscando curro; no hay un sondeo que nos salve”. Pero no. Eso no pasa. La gente busca siempre la forma de encontrar el lado bueno de l