Media docena de empleados trabajaban este viernes en un taller textil a las afueras de Ottawa para satisfacer el repentino auge del sentimiento nacionalista en Canadá. Son los encargados de abastecer la última e inesperada guerra cultural norteamericana: la batalla de las gorras. Aquí, y en una decena de otras factorías repartidas por Montreal, Vancouver y Toronto, bordan el mensaje “Canadá no se vende”, la bandera con la hoja de arce y 1867, año de la fundación del país...