Un Aznar sin complejos, a pesar de su actual irrelevancia política, pues sólo representa el pasado, sin tener consciencia de sus trasnochadas convicciones al haber perdido contacto con la realidad, conectado al conservadurismo de la “ultraderecha” y con amplias tragaderas para las “fake news”, ha soltado frases hueras, pero como quien proclama “dogmas”; el rencor le ciega y en estos tiempos de “pandemia” la pérdida de olfato político es mala consejera. Retornar de nuevo al caudillaje de Aznar demuestra la endeblez de la dirección del PP.
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