Las eléctricas históricas, salvo alguna excepción, parecen haber perdido el tren de las renovables: un 80% de la capacidad del régimen especial está en manos ajenas, entre ellas, las de las constructoras. Este desequilibro explica, según fuentes de este sector, el ataque virulento contra sus primas, que superan los 6.000 millones.