La multitudinaria manifestación del otro día en Barcelona y las multitudinarias concentraciones y acampadas del 15-M están alimentadas por la misma fuerza, por la misma ira, por idéntica frustración, por el convencimiento de que este no es nuestro país, el país donde nos gustaría vivir. ¿Acaso no se están independizando también —y de qué manera— los miles de estudiantes, artistas, becarios e investigadores que se marchan de esta nación abortada en busca de otra menos obtusa, menos medieval y más civilizada?