Es constitucional, pero sólo eso. En localidades costeras se puede aceptar. En las ciudades del interior, no. Abundan en Madrid los pantalones cortos masculinos, repugnantes. Esas piernas, esos pelos, esas chancletas. Una mujer con «shorts», siempre que tenga las piernas largas, es una maravilla. Un hombre es un fantoche de esa guisa.