No es que su chica le dejase por un insecto, ni que este le haya pegado alguna venerea (eso sería portada seguro) pero Waddah Mustapha dice sufrir "depresión, ansiedad, fobias específicas y pensamientos obsesivos" desde que encontró una mosca y media en una botella de agua. Tampoco ha sido capaz de volver a probar el líquido incoloro y sin sabor. En su lugar, bebe café y zumo. Además, estuvo un tiempo sin poder ducharse, porque no podía evitar pensar en los insectos muertos. Un primer juez determino indemnizarle porque el agua debe ser pura...