El sábado 23F, tras volver de la manifestación en Madrid, no paraba de darle vueltas al mismo asunto: tantísimas personas ahí reunidas y tan poco eco en los medios, ninguna reacción por parte del poder instituido. Me preguntaba qué hace falta para romper ese muro. Pero luego pensé que la cuestión no está ahí: lo que está fallando es la propia lógica de la representación política, por tanto, la solución no puede estar en el propio espacio de la representación, sino que hay que cuestionarlo, desafiarlo y rebasarlo.