De entre todas las cosas que Internet trajo al mundo de los videojuegos como poder jugar con tus amigos o admirar como un niño de 12 años te masacra sin piedad en el Modern Warfare, hay una que de un tiempo a esta parte, como una especie de rumorcillo insistente, me viene molestando bastante. Hablo de los DLCs, downladable content o como quiera usted llamarlos, algo que ha pasado de convertirse en una prometida revolución mesiánica de los videojuegos a un auténtico lastre que está entorpeciendo y ensuciando la experiencia de muchísimos de ellos