Luis y Carlos tenían todo preparado para contraer MA-TRI-MO-NIO el viernes en un municipio de la periferia de Madrid. El concejal amigo ya tenía pensado cómo iba a oficiar la ceremonia (algo más que leer el articulado), las familias estaban ilusionadas, algunos amigos iban a poner letra y música al acto civil... pero, en el fondo, todos sentían mariposas en el estómago. Aún sabiendo que lo suyo no se diferenciaba en nada de otras bodas, temían que el Tribunal Constitucional truncase sus planes de vida, su presente, su futuro.