Hay motivos para la esperanza. Al fin, tras muchísimo tiempo, parece que el apoyo popular comienza a abandonar una de las opciones ideológicas más nefastas de las últimas décadas. Las razones de este declive son muchas: por un lado, el desgaste que se sufre al vencer repetidamente a los oponentes; por otro, la ciudadanía ha ido entendiendo que las soluciones que esta opción ofrece no son realmente válidas, y que debajo de su pretendida excelencia y eficacia lo único que se encuentra es la ideología rancia, conservadora y casposa de toda la vida