Que no te engañe Lisboa por que entonces estarás perdido. Sin darme cuenta, caminando por sus calles, subiendo sus cuestas, escuchando los gritos de su gente llena de vida, sus colores y su olor a libro viejo, me deje cautivar por el sonido de su música, enamorado de su gastronomía y convertido en eterno soñador recorriendo los caminos del tranvía. Sus rincones y pasadizos interminables, me hicieron ver la ciudad de una manera que no esperaba. Pocas veces se siente algo verdadero por una ciudad, una de esas pocas veces sin duda será en Lisboa.