Si se utilizase la tecnología disponible en 2000 para producir el mismo volumen de bienes y servicio que en 1975, los trabajadores necesarios se reducirían como mínimo en un 25%, como consecuencia de algo de sobra conocido: la tecnología disminuye las necesidades globales de mano de obra. En este preciso instante miles de mentes de todo el mundo están estudiando la manera de abaratar y aumentar la eficacia de cualquier actividad imaginable. Menos trabajo, salarios más bajos y contracción de la demanda. Entramos en un bucle perverso.