En Oriente Próximo se suele oír que para gobernar Yemen, que figura cada año en las listas de estados fallidos junto a Afganistán y Somalia, hay que ser el mejor encantador de serpientes del mundo. En realidad, la frase exacta es: "Para dirigir este país, hay que bailar en la cabeza de las serpientes". Y es de Alí Abdalá Saleh, el propio presidente de Yemen desde 1978, el líder árabe de régimen más longevo junto al libio Muamar Gadafi.