En 1963, el presidente de la Junta de Energía Nuclear (JEN), Almirante Otero Navascués, encarga al militar y físico nuclear Guillermo Velarde, un estudio para fabricar un artefacto explosivo que utilizase plutonio. España no tenía entonces ningún reactor capaz de producir plutonio. Los científicos españoles también desconocían, la mezcla de plutonio que debía contener una bomba de hidrógeno. Se enteraran tres años después con el accidente de Palomares.