El segundo capítulo de mi serie “Vintage” quiero dedicárselo a un objeto muy particular y que cualquier treintañero que se precie recordará no se si con cariño o con espanto. Me refiero, al único, genuino e inigualable Monopatín Sancheski. En esta época de skaters, patinadores en línea, expertos en deportes extremos urbanos, les voy a recordar que los pioneros fuimos los treintañeros que a principios de los años 70 y 80 poblábamos las calles y plantamos la primera semilla de lo que hoy es el popular Skating.