Durante toda la permanencia terrenal de Pablo Neruda, por diversas razones el nombre Malva Marina del Carmen, su única hija, permaneció guardado como un secreto que el tiempo convirtió en leyenda. Sólo en el 2003, cuando el poeta estaría próximo a cumplir 100 años, desde un rincón de un viejo cementerio en Gouda, Holanda, empezaron a resonar los apelativos escogidos por el poeta para bautizar el retoño nacido con hidrocefalia de su unión con María Antonieta Hagenaar, en Batavia, Java.