Lo conocí cuando él era muchacho de unos diez o doce años, o quizá fueran catorce. Era el hijo de un juez de aquella capital de provincia, (una de las más pequeñas de España) en la que yo vivía y en la que pité. La madre era profesora de francés en el Instituto de Enseñanza Media de la ciudad. Asistía, Juan Alberto, al centro del opus al que yo pertenecía, en calidad de chico de San Rafael, en compañía de su amigo José Ramón, hijo del Gobernador Civil, que era supernumerario del Opus Dei.