La explosión ciudadana del 15-M en nuestro país supuso una inesperada recuperación de la calle para la intervención social y para la expresión de un malestar colectivo que, hasta ese momento, no había encontrado cauces adecuados. La estrechez y esterilidad del juego político de nuestras sociedades, la fatigosa unidimensionalidad de nuestros medios de comunicación, impedían que el malestar ciudadano pudiera vehicularse de modo adecuado. Y de pronto, las plazas y calles se llenaron de consignas, de gritos, de sonrisas cómplices