En 1961, Piero Manzoni, artista conceptual, envasó sus excrementos en unas cuantas latas y las etiquetó bajo el lema Mierda de artista. Por lo visto, Manzoni estaba harto de fracasos y rechazos en el mundillo artístico milanés, e ideó aquella sofisticada venganza para aquellos burgueses que, en lugar de arte, sólo compraban porquerías. Lo que no esperaba Manzoni de ningún modo es que los burgueses compradores de arte fuesen tan rematadamente imbéciles como para caer de rodillas ante su chusca ocurrencia.