“El pueblo libio se sentía avergonzado cuando Gadafi montaba su jaima en las capitales europeas. Los Gobiernos europeos lo consentían por cortesía y por sus intereses petroleros. Es dinero”, sonríe el diplomático. Un recurso, el abundante crudo libio —de excelente calidad por su bajo contenido de azufre—, que ha resultado nocivo. “Tener tanto petróleo ha sido un desastre. Ha distorsionado nuestra economía, nuestra mentalidad y valores”, admite Alfaqeeh. Una economía tan subsidiada por los petrodólares, y durante décadas, solo podía fomentar...