Baldomera, la tercera hija del «Pobrecito Hablador», Mariano José de Larra, inventó en 1876 la estafa piramidal que se haría famosa en distintas épocas desde entonces cuando, apretada por la necesidad, decidió pedirle una onza de oro a una vecina bajo la promesa de devolverle dos en un mes. Fue tanto el acierto y el triunfo que unos meses más tarde había estafado 22 millones de reales, que para el Madrid de la época era una cifra escalofriante.