Es, desde hace varios años, una realidad que nos concierne a todos y, sin embargo, hasta hace poco no sabíamos de su existencia, pues se nos había ocultado. Me refiero a la obsolescencia programada, esto es, el deseo del consumidor (virtual, e innecesario deseo material, implantado previamente por grandes industrias mercantiles, mediante anuncios o manipulaciones mentales similares) para hacerse con algo relativamente nuevo, bastante antes de cuando le es realmente necesario.