Ha sido la propia incompetencia fanática de Zapatero, esa mezcla de sectarismo cainita y de ignorancia suprema, la que ha terminado por desalojarle antes de tiempo de La Moncloa. Habiendo abocado al país a una situación cercana a la suspensión de pagos, ni propios ni extraños, ni nacionales ni extranjeros, querían padecerlo ni un segundo más. Las elecciones se anticipan porque el clamor contra Zapatero, el peor presidente de nuestra historia democrática, se había vuelto demasiado estruendoso como para ignorarlo durante más tiempo.