La tragedia dio paso al mito, que alimentado por fotos, vídeos y el boca a boca de quien los vio correr han logrado que un cuarto de siglo después sigua perenne su recuerdo, incluso entre las nuevas generaciones de aficionados. Aquellos ‘monstruos’ de más de 500 CV con un peso de 890 kilos que, en palabras de Carlos Sainz: «cuando acelerabas la visión se volvía borrosa...», no quedaron en el olvido y tras cambiar las carreteras por los circuitos de rallycross empezaron a encontrar un hueco entre los coleccionistas.